Las telas de seda siguen siendo hoy en día una de las materias primas más apreciadas en la confección de vestimenta, decoración y complementos de moda. La seda tiene una larga y apasionante historia desde su mismo origen que me gustaría compartir con vosotros en este nuevo post. Así que allá voy.

Cinturón-fajín de seda salvaje con aplicación de bordados de la colección Samarcanda de Avenio

 

El origen de la seda es chino, de eso no hay duda. Desde tiempos remotos constituyó no solo un elemento básico de la moda de lujo sino también un relevante producto comercial y hasta una moneda de cambio.

Cuenta la leyenda que la emperatriz Lei Zu, esposa del gran emperador amarillo Shi Huang, estaba un día tomando el té bajo una morera y le cayó un capullo de seda en la taza. Al sacarlo se dio cuenta de que se podía extraer de él un larguísimo hilo con el que -pensó- podía confeccionarse una bonita tela. Sin saberlo estaba descubriendo la seda y por eso a Lei Zu se la conoce como la «Diosa de la Seda».

Más allá de mitos, la sericultura está documentada arqueológicamente en la provincia china de Zhejiang en torno al año 3.600 a.C., donde se encontraron restos de seda y herramientas para tejerla.

Sin embargo, las primeras evidencias de tela de seda tejida como tal aparecieron en el yacimiento de Qianshanyang, en la misma región en torno al año 2700 AC.

Ilustración que representa a varias mujeres en un taller revisando una tela de seda

 

No es hasta el segundo milenio a.C. en que puede documentarse la mejora de las técnicas de producción de la seda, su fabricación masiva y su comercio internacional. El descubrimiento de tejidos de seda de la dinastía Shang (c. 1600 – 1046 a.C.) en una tumba egipcia dan fe de ello.

Conforme avanza el tiempo, las técnicas de hilado de la seda evolucionan sensiblemente, obteniéndose como resultado un tejido de seda más fino y resistente a la vez.

En torno al siglo I aC, hay ya evidencias de una industria potente protegida por las autoridades, que generaba trabajo y riqueza a un gran número de personas.

La cría de gusanos para la fabricación de seda había dado entonces importantes pasos, incluyendo la mejora de la raza de gusanos para que produjeran hilos de seda de diferentes grosores y calidades. De igual forma, se fueron poniendo en marcha nuevas técnicas para aumentar la producción de capullos.

También en lo que al cultivo de las moreras se refiere, se reguló la tierra destinada a este cultivo para asegurar la producción y que no faltara el principal alimento de los gusanos.

Conforme aumentaba la demanda, se fueron creando grandes talleres de producción para el abastecimiento local y para la exportación.

Por más esfuerzos que China hizo por mantener en secreto y en exclusiva las técnicas de fabricación de seda, esta industria se fue extendiendo a otros países asiáticos como Japón o Corea en primer lugar. Tiempo más tarde la producción sedera llegó a otras regiones más alejadas como India, Bizancio o Italia gracias a la ruta comercial de la seda.

El hecho de que se hayan encontrado tejidos de seda bizantinos, coptos y sasánidas de los siglos V y VI con motivos que nada tenían que ver con China nos hace pensar que la difusión de la cultura de la seda se inició en fechas muy tempranas. En el importante yacimiento descubierto por Sir Aurel Stein, reputado arqueólogo oriental, de Las Cuevas de los Mil Budas, aparecieron pendones votivos de seda adamascada de fabricación y decoración locales.

En cuanto a los usos de la seda, podemos decir que el principal era la confección de prendas de vestir de lujo o ceremonia, pero no solo, pues también se fabricaron en seda elementos decorativos como biombos, tapices o estandartes militares.  También se utilizó para un accesorio de moda muy usado en todos los tiempos, el abanico.

La realidad es que el tejido de seda se convirtió en un símbolo de estatus social y poder tanto en China donde nació, como en las culturas que la adquirieron o desarrollaron. La exquisitez de su confección y de sus bordados van parejos a su reconocimiento.

De alguna manera, en Avenio nos consideramos herederos de ese espíritu de exclusividad, textura, brillo y calidad de la seda. Es por ello que la utilizamos para todos nuestros complementos de moda textiles por la forma en que luce, en especial para los accesorios de moda de la colección Samarcanda.

En la fotografía siguiente tenéis otro complemento exclusivo, un cuello-bufanda de mujer que combina realizado en brocado y seda salvaje.

 

 

Cuello-bufanda de mujer de la colección Samarcanda de Avenio realizada en brocado y seda salvaje

 

Para los que quieran profundizar en los tipos de seda, aquí os dejo enlace a otro post con la información.

¡A seguir disfrutando con este antiguo y glamuroso tejido que es la seda!